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PORTADA LENGUA Y LITERATURA


Lengua y literatura

 


Algunas experiencias de animación a la lectura en Secundaria

De “Las crónicas de Narnia” a “Don Quijote de la Mancha”

Nicolás Chazarra

(Profesor de Lengua Castellana y Literatura del Colegio Retamar)


 

I.

Como es costumbre en muchos colegios, a final de curso se entrega a los alumnos una serie de libros recomendados para su lectura estival, con la consiguiente gratificación académica si entregan, al inicio del curso siguiente, un trabajo de los que han leído.

En el verano de 2005, a los chicos que finalizaban 1º de Secundaria les recomendamos la serie Las crónicas de Narnia  [1], recién rescatada del olvido al ser reeditada por Destino.

La aceptación del libro fue sorprendente, no sólo entre ellos sino entre sus amigos y hermanos mayores y pequeños y, por supuesto, las madres.

Aunque los motivos por los que unos libros se ponen de moda son muy variados, podemos citar, en este caso, los siguientes:

– es una obra de calidad literaria. Aunque los chicos no sean muy exigentes, tampoco son insensibles a la belleza. Por eso, es incluso aceptada por aquellos que reniegan de la literatura fantástica [2].

– cuenta una historia sencilla, atrayente y bien trenzada, fácil de leer, con suficiente dosis de intriga, humor, misterio y aventuras, protagonizada por chicos normales con los que se sienten identificados.

– se contagian el entusiasmo como un reguero de pólvora.

– visualmente es atractivo: vivimos en la cultura de la imagen. Ponga un maravilloso libro a un chico con una insípida portada y lo rechazará [3].

– es apto para todos los públicos; ya lo anuncia su autor, en su fino humor, desde la dedicatoria del primer libro:

 

Querida Lucy,

Escribí esta historia para ti, sin darme cuenta de que las niñas crecen más rápidamente que los libros. Y resulta que ya eres demasiado grande para cuentos de hadas. Sin embargo, algún día llegarás a ser lo bastaste mayor para disfrutar nuevamente de ellos. Entonces podrás sacarlo de la estantería, desempolvarlo y darme tu opinión sobre él.

Probablemente, yo estaré demasiado sordo para escucharte y demasiado viejo para comprender lo que dices.

A pesar de todo seguiré siendo tu padrino que te quiere mucho,

C. S. Lewis [4]

II.

Aprovechamos este nuevo interés lector en los jóvenes, que había tenido otras eclosiones con series como Harry Potter [5], Molly Moon [6] o Artemis Fowl [7],  retomamos una serie de actuaciones para mantener, aumentar y mejorar su calidad lectora.

Por un lado seguimos inculcándoles el fundamento teórico: lo maravilloso que es leer para la formación y enriquecimiento intelectual y humano de cada persona. Argumentos que el niño, de momento, ni entiende mucho ni corresponden a sus actuales intereses, más cercanos a aficiones más lúdicas.

Por otro, una vez que empiezan a interesarse un poco por leer, se inicia el verdadero reto: crear, mantener e incrementar el hábito lector. Hemos de aclarar, para terminar con esta parte más conceptual, que quien pretenda encontrar una fórmula mágica de animación a la lectura, se encontrará, probablemente, con tantas como personas. Una técnica concreta puede funcionar un tiempo, pero no es garantía de éxito en el futuro. De manera similar a otras actividades humanísticas, cada chico ha de ser tratado como único: tiene su propio mundo interior, sus afanes, sus dificultades, etc. y se ha de hacer con él un programa personal de lectura –como complemento a las lecturas del colegio– a medio y largo plazo, de acuerdo con sus intereses y necesidades particulares.

III.

En cuanto a las actuaciones anunciadas, en el colegio empezamos dedicando una sesión semanal exclusivamente a la lectura de un libro, en lugar de una aburrida clase de Lengua. Esto les gustó, de modo que leer se les hizo agradable. Había unas condiciones: leer en completo silencio, un libro recomendado por sus padres o algún profesor, hacer una pequeña ficha de lectura, etc.

En ese ambiente el profesor inicia diversas acciones para ir metiéndoles el gusanillo por leer, unas con más éxito que otras. Les va recomendando algunos libros [8] de acuerdo con sus aficiones:

– a quienes querían más libros similares a Narnia, les sugería las Crónicas de Prydain [9], si es que antes no habían leído las aventuras de Bilbo Bolsón de El Hobbit [10], La vidente y la espada [11], las Crónicas de Tyrion [12], la serie de Iván de Aldénuri [13], El manuscrito godo [14], La palabra impronunciable [15] y, por supuesto, Carta al rey y Los secretos del Bosque Salvaje [16], recientemente traducido a nuestra lengua junto con otras antiguas joyas de literatura infantil que están rescatando del olvido como La princesa y los trasgos y La princesa y Curdie [17], libros con los que aprendieron a soñar de niños Lewis, Tolkien, Carroll…

– pero si quieren seguir avanzando, dejando un poco de lado la magia y yendo por el camino de las novelas de aventuras, abriremos nuevos campos. Los clásicos de siempre:  Julio Verne, Emilio Salgari, Stevenson, Walter Scott y Mark Twain. Los de simple entretenimiento, como Parque Jurásico [18], Zalacaín el aventurero [19], Jaque en la red, Amordazados [20]. Otras con tintes autobiográficos en las que el escritor plasma su experiencia vital y, en ocasiones, desarrollando de modo atractivo su vocación profesional: El esbirro [21], Un saco de canicas [22], La ciudadela [23], La Bandera invisible [24], No sin mi hija [25], ¡Viven! [26]

– otro género muy demandado en la actualidad es la novela histórica; un autor recomendable para jóvenes es Louis de Wohl a quien el papa Pío XII le sugirió que actualizara la vida de los grandes hombres de la historia. Y empezó con La luz apacible [27], situada en la época de Tomás de Aquino. El polifacético César Vidal tiene varias novelas en las que, a diferencia de la mayor parte de los escritores actuales, respeta la historia: una obra sencilla, pero interesante es La batalla de los cuatro reyes que narra la trascendental batalla de las Navas de Tolosa. Misterios Romanos [28], una serie de aventuras situada en la Roma clásica, escrita con gran precisión histórica por la arqueóloga norteamericana Caroline Lawrence. Las novelas El príncipe de Tarsis, Ana y la sibila [29] y Cruzada en jeans [30] ponen en contacto, a través de una peculiar máquina del tiempo, a chicos de hoy con otras épocas.

– otra experiencia fue llevar a clase un lote de libros diferentes y repartirlos de forma ordenada. Cada uno lee durante una hora… extraño es el día que no piden quedarse con él para acabarlo. En otras ocasiones se reparte el primer capítulo de un libro de cierta actualidad o interés –cada vez es más frecuente que las editoriales lo cuelguen en la web–.

– hace un par de años en el último curso de Secundaria leíamos cada día, al comienzo de clase, un capítulo de un libro: Vigo es Vivaldi [31]. Les cogió, ante mi asombro, su lectura hasta el final. Escrito a modo de diario de un alumno de Bachillerato cuenta lo que sucede en su instituto entre sus compañeros, profesores y una chica llamada Paula... Al terminarla,  algunos continuaron con otras novelas de ambiente juvenil, quizás fuesen más divertidas, entretenidas, cercana a los jóvenes reales, también más chabacanas, pero a casi todas les falta algo: echaban en falta los ideales que tenían los jóvenes del primer libro.

– ¿Es mejor ver la película o leer el libro? La respuesta la hallamos proyectando, o prestándose entre ellos, fragmentos de películas basadas en libros que hemos leído: Huckeleberry Finn, Parque Jurásico, ¡Viven!, El Señor de los Anillos, El Camino, etc.

– una actuación estrella es publicar en el tablón de anuncios una reseña de la novela que más haya gustado a un alumno. Aparecen títulos inesperados. He aquí una selección: Mi planta naranja–lima [32], un libro para llorar, eso sí, nunca lo reconocerán delante de sus amigos; Relato de un náufrago [33], una breve y sencilla historia muy bien contada; Cinco panes de cebada [34], historia de una maestra de pequeño pueblo que intenta sacar adelante a unos rebeldes chicos, quizá fuese recomendada para rendir un pequeño homenaje a sus sufridos profesores; Viento del Este, Viento del Oeste [35], el choque cultural entre la China imperial y Occidente visto por los ojos de una mujer; Charlie y la fábrica de chocolate [36]; El hombre que compró un automóvil [37], libro de humor absurdo que un alumno releía cada pocos meses con la misma ilusión que la primera vez; El mago de las palabras [38], una biografía de Tolkien para jóvenes, en ella un joven lector descubrió tres cosas fundamentales: que tuvo una existencia apasionante, que nos espera por delante infinidad de dificultades que hay que superar y que veía reflejado en él su propia vida, de modo que se dedicaría de mayor a escribir historias de hobbits.

– publicación en el tablón de la clase del comienzo de alguna novela, de esas que enganchan desde la primera línea.

– para introducir el teatro en los alumnos, leemos de vez en cuando alguna obra breve: en los primeros cursos nos atrevemos con el entremés El retablo de las maravillas de Miguel de Cervantes, una obra fácil que descubre su genial ironía. Hemos leído Tres sombreros de copa, de Miguel Mihura, el comienzo de Los árboles mueren de pie, una obra emotiva de Alejandro Casona, La farsa del príncipe encadenado [39], una parodia de La vida es sueño.

IV.

Una última fase, en aquellos chicos que han descubierto el placer intelectual de leer, es animarles a aumentar sus campos de intereses. Por un lado a no quedarse en las novelas de aventuras, o de fantasía, o de historia. Por otro, en comenzar a leer y a disfrutar de los clásicos y de dejarse impregnar por ellos, pues bien pronto, en el Bachillerato que se les viene encima, tendrán ocasión de enfrentarse al mejor libro escrito en nuestra lengua: El Quijote.


[1] Las crónicas de Narnia, de C. S. Lewis. Ediciones Destino.

[2] En la ficha literaria que presenta el alumno al finalizar la lectura, aparece un apartado –el más interesante para el profesor– en el que expresan la opinión personal acerca del libro. Algunos, en un elogiable acto de valentía, suelen decir lo que piensan de verdad –y no lo creen que el profesor espera que escriban–. Pues entre estos demoledores críticos literarios cuesta encontrar detractores de esta obra.

[3] Hice el experimento con una novela histórica –Las barricadas de Dios de Wilhelm Hünermann, editorial Palabra–, que cuenta la apasionante vida de Robert Bernard, un joven que vive en primera persona el odio de revolucionarios y jacobinos hacia la religión católica durante la Revolución Francesa. Tenía una edición muy gastada y forrado con papel de estraza: todos los chicos rechazaron su lectura, prefiriendo siempre otro más llamativo. En cuanto alguien lo leyó y le gustó, se acabaron los prejuicios.

[4] Dedicatoria de C. S. Lewis a su ahijada Lucy Barfield.

[5] Harry Potter, de J. K. Rowling, de quien esperamos en próximas fechas el séptima y último libro.

[6] Molly Moon y el increíble libro del hipnotismo, de Georgia Byng, fue el primero de otra serie de menor difusión y calidad.

[7] Artemis Fowl, de Eoin Colfer, un joven maestro irlandés que ha creado a un engreído delincuente de doce años, mezclando moderna tecnología con la tradición fantástica. Ya esperamos la quinta entrega de esta desenfadada serie que ha ido de menos a más.

[8] Todos los libros que se citan a continuación se encuentran, o se han encontrado alguna vez, en la biblioteca del colegio.

[9] Serie de cinco libros: El libro de los Tres, El caldero negro, El castillo de Llyr, Taran el Errante y El gran Rey, escritos por Lloyd Alexander, publicados por Alfaguara en una no muy vistosa presentación, que inspirándose en leyendas y mitos artúricos cuenta las ingenuas historias de Taran, un aprendiz de porquero a quien la historia le tiene reservado un papel importante.

[10] El Hobbit, de J. R. R. Tolkien, obra que introduce la historia y el ambiente de El Señor de los Anillos.

[11] La vidente y la espada, de Victoria Hanley, editado por SM, donde la magia va dejando paso a la aventura, la nobleza, la lealtad y la traición, una auténtica novela épica.

[12] Las Crónicas de Tyrion, escritas por Elena Martínez, editado por Palabra, compuesta por la trilogía: La profecía del Dragón, El Rey de los Alari y El Quinto Elemental.

[13] Iván de Aldénuri, de Juan Antonio Pérez Foncea, ediciones Libroslibres, lleva ya dos volúmenes: El bosque de los Thaurroks y La Herencia del Bèrehor

[14] El manuscrito godo, de José Luis Velasco, publicado por Espasa, autor también de El misterio del eunuco, libro más cercano al género de intriga y policiaco, situado en la ciudad de Córdoba, ocupada todavía por los árabes.

[15] La palabra impronunciable, de Antonio Sánchez-Escalonilla, Libroslibres. La historia de un famoso meón.

[16] Continuación de Carta al rey y escritos por Tonke Dragt, considerada la mejor escritora holandesa de literatura infantil y juvenil, que la editorial Siruela la publica en castellano, más de cuarenta años después de haber sido escritos. Es una aventura de héroes caballerescos, a la vieja usanza, donde la gran calidad literaria está al mismo nivel que los valores que transmite de amistad, lealtad, valor, etc.

[17] Escritos por George MacDonald y también publicados por Siruela en la colección Las Tres Edades, para los más pequeños y los más mayores de la casa.

[18] Parque Jurásico de Michael Crichton, Plaza y Janés, bastante más interesante que la película.

[19] Junto con Las inquietudes de Shanti Andía, las dos novelas de aventuras de Pío Baroja.

[20] Escritas por Santiago Herranz y publicados por Bruño; son historias de actualidad cuyos protagonistas son jóvenes.

[21] El esbirro, de Sergei Kourdakov, ediciones Palabra. Para algunos alumnos, la mejor novela de aventuras que han leído nunca. Bien es cierto que todavía han sido pocas. Una historia autobiográfica un tanto sobrecogedora.

[22] Un saco de canicas, de Joseph Joffo, publicado por Grijalbo. También novela autobiográfica, la huida de dos niños judíos de la ciudad de París ocupada por los nazis, contada por ellos mismos.

[23] La ciudadela, de A. J. Cronin. También cuenta su propia vida. Ideal para quejicas y para quienes piensen en la medicina como su futuro profesional. Tiene fama, este libro, de ilusionar a los jóvenes a emprender la carrera de medicina. Entre ellos se encuentran algunos antiguos alumnos –a los que, por cierto, les va muy bien–. Más novelas de este estilo son La incógnita Newton de Catherine Shaw, El tío Tungsteno de Oliver Sacks, La victoria del Sol de Tomás Alfaro, etc.

[24] La bandera invisible, de Peter Bamm, Ediciones Astor. Un médico se enfrenta al dolor atendiendo heridos durante la 2ª Guerra Mundial.

[25] No sin mi hija, de Betty Mahmoody, editorial Planeta. Quizá recordéis la película de esta historia real: una mujer viaja con su marido e hija a Irán a conocer a la familia de su marido…

[26] ¡Viven!, de Piers Reael, Ediciones B. También llevada al cine, cuenta la historia de los jugadores de un equipo cuyo avión se estrella en los Andes.

[27] La luz apacible, de Louis de Wohl, ediciones Palabra. Probablemente el libro que ha dejado una huella más profunda en los corazones de los alumnos. Otros libros de este autor muy recomendadas son El último cruzado –vida de don Juan de Austria–, Atila, el azote de Dios, Corazón inquieto –vida de san Agustín de Hipona–, El oriente en llamas –San Francisco Javier–, etc.

[28] Ediciones Salamandra ha ido publicando la serie de, hasta ahora, diez volúmenes: Ladrones en el Foro, Los secretos del Vesubio, Los piratas de Pompeya, Asesinos en Roma, Los delfines de Laurentum, Los doce trabajos de Flavia Gemina, Los enemigos de Júpiter, Los gladiadores de Capua, El Coloso de Rodas y El fugitivo de Corinto. Algunos de los chicos que este curso han empezado por el primero –el que tenemos en el colegio– ya van por el octavo...

[29] Ambos de Antonio Sánchez-Escalonilla, publicado por Editex y Bambu, respectivamente, nos acercan a la mitología griega y romana.

[30] Cruzada en jeans, de Thea Beckmann, en SM, situado en la época de las Cruzadas.

[31] Vigo es Vivaldi, de José Ramón Ayllón, en Bruño. Poco después publicó Diario de Paula.

[32] Mi planta naranja-lima, de José Mauro de Vasconcenlos, de la editorial Ateneo, de carácter autobiográfico cuenta el proceso de maduración a través del sufrimiento de Zezé, un niño de cinco años. 

[33] Relato de un náufrago, de Gabriel García Márquez, que se inspiró en una noticia leída en un periódico de un naufragio a mediados del siglo XX.

[34] Cinco panes de cebada, de Lucía Baquedado, ediciones SM.

[35] Viento del Este, Viento del Oeste, de Pearl S. Buck, editado por Plaza y Janés.

[36] Charlie y la fábrica de chocolate, de Roald Dahl, en Alfaguara. Del mismo autor y para el mismo público infantil: Matilda y Las brujas. Y para más mayores, las selecciones de cuentos en Relatos de lo inesperado.

[37] El hombre que compró un automóvil, de Wenceslao Fernández Flórez, Anaya.

[38] El mago de las palabras, JRR Tolkien, de Eduardo Segura, Magisterio.

[39] La farsa del príncipe encadenado, de Jordi Voltas.